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Gisèle

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« Maïa, amor mío, querría saber decirte cuánto deseo que todo esto permanezca, nos permanezca, nos permanezca siempre. Mira, tengo la impresión, al ir hacia ti, de dejar un mundo, de oír puertas dar portazos a mis espaldas, puertas y puertas, porque son numerosas las puertas de este mundo hecho de malentendidos, de falsas claridades, de engaños. Quizá me queden todavía otras puertas, quizá no haya cruzado aún toda la extensión sobre la que se extiende esa red de signos que inducen al error –pero llego, ¿me oyes?, me acerco, el ritmo —lo siento— se acelera. Los fuegos engañosos se apagan uno tras otro, las bocas mentirosas se cierran sobre su baba —nada de palabras, nada de ruidos, ya nada que acompañe mi paso—. Estaré ahí, a tu lado, dentro de un instante, dentro de un segundo que inaugurará el tiempo Paul. » Carta de Paul Celan (Czernowitz, 1920)   a la que en breve sería su esposa, la artista Gisèle Lestrange (Paris, 1927), escrita el 7 de enero de 1952. Dedicado en el día de su a

June & Johnny

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«Nos hacemos viejos y nos acostumbramos el uno al otro. Pensamos parecido. Nos leemos la mente. Sabemos qué quiere el otro sin preguntarlo. A veces, nos irritamos un poco el uno al otro. Tal vez, a veces nos damos por sentado. Pero hay ocasiones, de vez en cuando, como hoy que lo medito, me doy cuenta de la suerte que tengo por compartir mi vida con la mujer más extraordinaria que he conocido. Todavía me fascinas y me inspiras. Me influyes para mejorar. Eres lo que deseo, la razón número uno en la tierra para mi existencia. Te amo tanto.» Fragmento de la carta que el cantante Johnny Cash ( Kingsland, 1932)  escribió a su esposa June Carter ( Maces Spring, Scott County, 1929)  para felicitarle el cumpleaños desde Odense, Dinamarca, el 23 de junio de 1994. Dedicado en el día de su aniversario a mi amada esposa. Sirva la carta, la fotografía y la canción, de dos ancianos artistas enamorados, como felicitaciones mellizas a las 132 que durante más de tres lustros un servidor ha public

Alfonsina

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«Cada vez que te dejo retengo en mis ojos el resplandor de tu última mirada. Y, entonces,  corro a encerrarme, apago las luces, evito todo ruido para que nada me robe un átomo  de la substancia etérea de tu mirada, su infinita dulzura, su límpida timidez, su fino  arrobamiento. Toda la noche, con la yema rosada de los dedos, acaricio los ojos que te  miraron.» Poema de Alfonsina Storni (Capriasca, Tesino, 1892), publicado en el año 1926 por Editorial  Nos otros. Dedicado en el día de su aniversario a mi amante poeta, mi dulce amiga, mi travesía iluminada a través de la noche, mientras el mundo se fractura, mi querida esposa. Mi niña del mar. Fotografía "She" (2019), de la fotógrafa nacida en İstanbul Suzan Pektaş. Canción "Darkest Dreaming" (1999), compuesta e interpretada por David Sylvian (Beckenham, London, 1958).

Gris

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«En un mundo a blanco y negro me recomendaron el gris. Un recurso extraordinario. Con la hipótesis del gris podría ensayar soluciones inusitadas experimentar lo tibio (que no es frío ni caliente) explorar el crepúsculo (que no es ni día ni noche) practicar la omisión (que no es mentira ni verdad). Blanco y negro mezclados me permitirán finalmente vivir conforme, abandonar los extremos (tan lejanos de la virtud) al centro del justo medio. Con la paleta de los grises podría perfeccionar el arte de la sobrevivencia que (como los humildes bien saben) es no estar vivo ni muerto.» Poema "La hipótesis del gris", de Luís Barreto Guimarães (Oporto, 1967). Dedicado en el día de su aniversario a mi amada esposa, mujer de convicciones poderosas, libre e insumisa, íntegra y solidaria...  la persona con más luz interior, identidad de más intenso color  y vitalidad sin posible final que he conocido en toda mi realidad. Pintura "Expectation" (1935 - 1936), de Richard Oelze (Mag

Central Park

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«El día que te besé, la última cucaracha se murió. Las Naciones Unidas abolieron todas las cárceles. El papa admitió a Jean Genet como miembro del Colegio de Cardenales. La Fundación Ford, con gasto enorme, reconstruyó la ciudad de Atenas. El día que hicimos el amor, el dios pan volvió a la Tierra, Eisenhower dejó de jugar al golf. Los supermercados vendieron marihuana. Y Apolo leyó poemas en el parque Union Square. El día que retozaste en mi cuerpo las bombas se disolvieron.» Poema "El día que te besé", de Diane di Prima (Brooklyn, New York City, 1934)   Dedicado en el día de su aniversario a mi amada esposa, cuyo encantamiento puedo percibir en una flor de Central Park, un grafiti de Bushwick, un atardecer a través de los ventanales de la New York Public Library, en  mi nostalgia infantil al caminar por el paseo marítimo de Coney Island, en una  sublime pintura expuesta en el MoMA, en el sabor de un  helado de vainilla y lima adquirido en  Brooklyn Heights Pro

Escribir

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«escribir escribir hasta la extenuación para que se derrame el dolor contenido desde el inicio del mundo escribir para rebelarse sin provecho a pesar de la derrota ya prevista escribir todas las muertes son mi muerte mi grito es el de todos y no hay consentimiento escribir ¿para consentir? ¡escribir para rebelarse! no hay lugar para plegarias no hay lugar para el sosiego el ajuste de las almas se hace en rebeldía escribir todas las culpas son el mismo sufrimiento el de existir queriendo queriendo serlo todo queriéndolo todo y todo está en mis manos en esta encrucijada donde permanecemos el tiempo suficiente para sufrirlo todo escribir como quién muerde un rayo con los brazos en cruz escribir como aquel que se fuga de un hospital y arrastra trás de sí las sondas, el goteo, la máscara de oxígeno y corre sobre agujas envenenadas escribir ¿y no hacer literatura? ¡y qué más da!: hay demasiado dolor en el pozo de este cuerpo para que me resulte importante una cuestión de este